16 de enero de 2013

Se acabó y empezamos

Se acabó el tiempo Erasmus. Se acabo LA experiencia. Y con todas las letras, porque aunque han sido cuatro meses, han sido mil anécdotas, novecientos retos, ochocientas cervezas, setecientas conversaciones, seiscientas fiestas, quinientos adoquines, cuatrocientas carcajadas, tres amistades inolvidables, dos miradas para la posteridad y una lección de las que sólo se pueden aprender una vez en la vida. 

Praga sigue igual de mágica que cuando la conocí. El río Moldava nos acompañaba camino a la Facultad y de vuelta a casa nos apenaban los turistas que sólo podrían disfrutar de ''nuestra'' ciudad unos pocos días. 

Pero nada dura para siempre, y ésta no iba a ser la excepción. Cuando vuelves a casa después de algo tan bueno, la tristeza por dejar aquello que te ha abrazado con cariño, es difícil de evitar. Pero en mi caso, duró poco. MUY poco. 

Y os cuento por qué. Porque tengo una familia FANTÁSTICA. Empezando por una madre a la que quiero a rabiar, y que sé a ciencia cierta, que muchos la querrían para sí.  Somos un todo, y cuando una pieza vuelve, después de tanto tiempo, se le hace una bienvenida de película. 

Imaginad: Después de casi 11 horas en ruta, llego a mi casa y subo los primeros escalones. No me dio tiempo a dar el tercer paso, porque una canción de Abba empezó a sonar y una cascada de globos cayó sobre mí. Mi familia empezó a aparecer de los lugares más insospechados, y ahí estaban todos, riendo, llorando, bailando, gritando, abrazando, foto, foto, esa no que está borrosa, otra foto, esta sí, más abrazos, tortilla de patata, mira las pancartas qué chulas y así hasta que nos dimos cuenta de que era la 1 de la mañana de un lunes y que niños y adultos tenían quehaceres importantes al día siguiente. 


Fue simplemente sensacional. Insuperable. Apoteósica. Y yo, FELIZ. 

Ahora toca volver a casa (del todo). Empezamos el final de mi carrera, pues sólo me queda ya UNA asignatura. El día 24 me examino, y ya os contaré qué tal. 

Ahora, el abanico de planes ante nosotros crece cada día. Pero esta vida, nos pertenece. Y la exprimiremos, al máximo. 



Gracias a todos por este regreso tan genial. 
Beibe majo, te quiero. 

Adiós!