Y yo ahora estaba pensando en dos cosas (en realidad van a ser tres, sí David):
1ª (y más importante): Las relaciones siempre acaban. De alguna u otra forma. Y no hay que perseguir ni rasgarse las vestiduras. Es verdad que vienen, aportan algo y se van. Durarán más o menos, pero lo esencial es lo que te dejan. ¿Ha merecido la pena? ¿Lo recordaré el resto de mi vida?
Y bueno, si se acaba, acabada está. He tropezado dos veces con la misma piedra ¿Y qué? Ni es lo más importante ni lo único que tengo en la vida. Es sólo un paso más. Y ya se ha dado.
Ahora a seguir, a conocer, a dejar huella.
2ª (?): Tengo la sinuosa costumbre de poner nombres a cosas o personas porque:
- no sé su verdadero nombre y a corto plazo me voy a referir a ellas demasiadas veces y no puedo estar constantemente con frases descriptivas pudiendo resumirlas en una simple palabra.
- Sé ya como se llama, pero por razones fácilmente imaginables es preferible ponerle un nombre artístico.
Y ahora estoy dejando un legado en la vida de otras personas con ésta, mi costumbre: mira. (con resumen de Idoia de la boda que servimos en una bodega de Zaragoza el fin de semana pasado incluído).
3ª cosa que me ha venido a la mente de golpe.
Es que...sólo quiero que mi piel sea el resguardo de tus 5 sentidos.
Hasta nuevo aviso,
Adiós!
2 comentarios:
Me encanta poner nombre a las cosas, es hacerlas un poco mías... ¿No?
Besos
Gracias por tus comentarios... ;)
Pertenecen más a nosotros, sí =)
Beso!
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