Imaginemos algo que exista. Que exista...un río está bien. Un río subterráneo. De esos que no se conocen, a los que nunca nadie ha llegado. Ahí abajo hay calma absoluta, total oscuridad. Silencio. Pero hay corrosión, humedad. La tierra que los esconde mengua poco a poco. Y llueve otra vez.
Un día, cae una tormenta de esas que marcan un antes y un después, una nueva época, un nuevo final comienzo. Se abre una grieta y por ahí intenta entrar y salir todos los días un pajarillo curioso. Pero la cueva no le deja estar mucho tiempo, la oscuridad le obliga a salir. Al río tampoco le hace mucha gracia que un pajarillo le robe agua o algún pececillo, si es que queda alguno a esas profundidades.
Sale. Pero mañana volveré a entrar (se dice, muy convencido).
Pasa el tiempo. El agua también. Queda menos tierra, menos camino que recorrer para llegar a la oscuridad. Menos tiempo en la cuenta atrás para que le de el sol.Pero aún queda.
Sigue entrando pajarillo, tú le enseñarás la cueva al mundo.
5 comentarios:
¿Pero como hacer lo que no solemos hacer?
Yo también he recibido la visita de un pajarito que me ha dicho cosas que no creía que no existieran, no por el contenido, sino por la sensación. Mi reacción fue buena pero claro... no suelo hacer lo que a veces hago.
Besos
El del comentario anterior era yo... :)
hala! yho había escrito!
te había puesto que creo que es de las mejores cosas que te he leído! Me quito el sombrero beiba, y como siempre, te lo robo. Voy a tener que currar sólo para pagarte todas las adquisiciones beibita!
Gracias chicos.
Fran, supongo que hay que sacar algo de valor para atrever a hacer algo a lo que no estamos habituados. Pero en mi caso, no depende sólo de que yo tenga toneladas o no de valor. Los agentes externos, ya sabrás...
Ido: MAAAAAAAAAAAAAJAAAAAA, me robas.....mimmiimimi
maaaaaaaaaaaaja, pero que te robo diciéndotelo! que es como un cuasirobo, no se cuenta igual!
Publicar un comentario